NOSTALGIA


Me buscas, me encuentras, me pierdo, me miro... ¿Qué? Bueno, al menos esa fue la pregunta que me hice al releer aquel texto que elabore de niña como parte de una tarjeta de felicitación. ¿En que estaba pensando? Seria cómico si alguien más la leyera y me viera de nuevo en la actualidad… Bueno, no lo sé, supongo que solo le doy demasiadas vueltas al asunto. Pero pese a todo, me he decidido a responderme esta pregunta. ¿Por qué la escribí? Muy probablemente la razón seria burda e ilógica, pero a falta de entretenciones, esa “notita” fue suficiente excusa como para ponerme a revisar mi caja de recuerdos (pero que nostalgia, y nunca mejor dicho).

Veamos, lo primero y más importante: ¿en qué fecha escribí eso? La carta decía en su portada “feliz día mama”. De acuerdo, eso me dejaba dos opciones, día de las madres, o cumpleaños… Rápidamente deseche la primera opción para dejarme seducir por la primera. Agarre la vieja caja de cartón con muchos (no todos) de mis “tesoros” de la infancia: juguetes, postales, fotografías, e incluso, llegándome a sorprender, una vieja cámara polaroid.  Pero que hermosos recuerdos aquellos, pues, si quieres saberlo, yo soy fotógrafa (la escritura es para mí un hobby muy limitado), y esa cámara marco mi inicio al submundo de aquel bello arte. De hecho tras este primer vistazo mi mente divago unos segundos, “¿seguirán aquí?”.  Pues efectivamente, mis primeras fotografías se hallaban en el fondo de la caja, guardadas (sin mucho cuidado, lo admito) en un álbum. Dios pero que tesoro, “valla niña soñadora que era” pensé… Pero… Epa, epa, epa, ¿Qué estoy haciendo? “Concéntrate mujer” lo que busco son respuestas, no recuerdos (aunque para hallar mi respuesta debía revisar mis recuerdos). Ahora si, en que estaba, ah sí, la carta, “feliz día de las madres”. Quizás algo relacionado a mi madre (o esa fecha) se pudiera encontrar todavía en aquella caja.

Ciertamente que era muy “informal” la presentación de la misma. Más que nada porque era una simple caja de cartón, con algún que otro trozo de cinta dando vueltas por ahí, debido a que hubo que cerrarla para la mudanza…. De eso hacía ya dos años. Era bastante grande pese a todo, y había podido resistir el interminable vaivén del tiempo cumpliendo (sorprendentemente) bien con su propósito, pues todo lo guardado en su interior parecía no haber envejecido. “Mi propia máquina del tiempo de segunda, no tercera mano”… ¡Mierda! Lo hice otra vez… Porque cerebro, busca lo que quiero, no lo que TÚ quieres…

Oh, pero mira lo que me he encontrado, mi osito de peluche, no sabes las noches que pase con el recostada, creyendo que…

¿Sabes algo? Leyendo este texto, me he dado cuenta de una cosa, soy una ridícula y loca nostálgica, para que te digo el final si ya lo sabes, revise de todo y no solo no encontré respuesta a mi duda, en esa dichosa caja, sino que además con el tiempo caí en cuenta de una cosa… No fue por algo verdaderamente especial o transcendental (como había intuido), pues pronto el escuchar en la radio el recuerdo se me devolvió como un bumerang, y caí en cuenta, que esas palabras eran el calco (mal echo) de la letra de una canción, para mí, muy estúpida (Comprendes Méndez, ejem, ejem)… A bueno, que le voy a hacer, mi cerebro es una mierda, siempre jugando conmigo. Por lo menos ahora tendra que esperar alguno años hasta que decida volver a revisar esa caja... Maldito sea.

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